Ay me tiren los perros, me tiren los perros si no me miras. Otra la vez la sangre empieza a oler, caníbal de su carne, dínamo con su luz. Cientos de inviernos florecen mi piel, y en primavera marchitas quedan otra vez. No tiembla el suelo, ésta vez tiemblo yo, con tanta cordura me vuelvo loco y en nada te vuelvo a quedar. Me tiren los perros si esos ojos pardos no quieren mirar. Ay me tiren los perros, me tiren los perros si no me miras. Y por la noche verdugo arrabal y en el aíre el perfume me vuelve a quebrar. Fuerte el aliento que empaña el cristal y el escombro babea y me quiere arropar. Llevo arrastrado mendigo su olor con dos pastillitas para el temblor y en nada me vuelve a dejar. Me tiren los perros si esos ojos pardos no quieren mirar. Y siento ruina si por robarte una mentira me vi hurgando en tus cositas, y he llegado a sentirme un delincuente en plena huída. Quise asaltar tu joyería sin más coraza que mis tripas y me corté con los cristales del escaparate. Otra la vez la sangre empieza a oler, caníbal de su carne, dínamo con su luz. Me tiren los perros si esos ojos pardos no quieren mirar. Me tiren los perros si esos ojos pardos no quieren mirar. Me tiren los perros si esos ojos pardos no quieren mirar. Y siento ruina si por robarte una mentira me vi hurgando en tus cositas, y he llegado a sentirme un delincuente en plena huída. Quise asaltar tu joyería sin más coraza que mis tripas y me corté con los cristales del escaparate. Y siento ruina si por robarte una mentira me ví hurgando en tus cositas, y he llegado a sentirme un delincuente.
Calaña – A cal y canto
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