Hola, viejo
amigo, cuánto tiempo sin vernos las caras. Cuánto tiempo sin cruzarnos en esta
calle tan cambiada en la que en cambio parece que no ha cambiado nada. ¿Qué es
de tu vida? ¿Todo bien? Como a todo Dios, es fácil de adivinar: casa, coche,
curro, letras y más letras, horas y horas dedicadas a pensar cómo llegar. Buah,
chaval, no me lo recuerdes. Mejor no darle más vueltas. No ha pasado al fin y
al cabo tanto tiempo desde que quedaron atrás las noches en el parque, los
litros, la hoguera, y al final la pendiente está tan inclinada que nada escapa,
todo resbala en la dirección adecuada. Trayectoria infinita, fuego en cada vida. Reglas del juego que
incluyen ya el resultado de la partida. O rompo el tablero o cambio la norma o
pierdo toda la vida mano tras mano pacientemente, diciéndome a mí misma que es
cuestión de mala suerte. La banca gana y nunca nos toca, hermano. Mira que me acuerdo
de vosotros, mis hermanos, de litros y pipas en los bancos, de las horas
perdidas, de lo que nos reíamos del mundo y de lo que nos aburríamos. Sin
embargo, no consigo recordar en qué momento pagamos el peaje y enfilamos la
autopista hacia la tumba, principio y fin del viaje. De tanto darle vueltas y
al final encuentras la salida que buscas. Deja de darle vueltas ya verás, la
hoguera va a encenderse una vez más. No recuerdo cuándo el futuro, aquel
desconocido, se atrevió a preguntar qué hacer más allá del próximo fin de
semana. No recuerdo el día en que nos dio por contestar algo más que una
carcajada o un corte de mangas. Y nos pusimos en fila de a uno y empezamos a
pasar por caja a pagar tributo. Qué importa. Entonces parecía que no iba a
haber salida y cada cual a salvar su culo. Puf, lo dicho, si no es para darle
la vuelta, mejor no le des más vueltas. Lo siento, tronco, pero hoy me pillas
con la lengua suelta. Será la primavera, o el cambio de estación, yo qué sé.
Será la alergia que me da la vida hecha de excusas. Y no puedo dejar de pensar
en los cuentos que nos contaron para que empezáramos a hacer cuentas, en alguno
que buscando se nos quedó en la cuneta, en lo mucho que cambiamos por un plato
de lentejas, en aquello que los años tenían entre las cejas... en las letras
que cantábamos a coro en la parte de atrás de algún bus, bebiendo a morro en
San Juan y su noche y su hoguera. Y cuanto más lo pienso, más ganas me dan de
encenderla. ¿Te acuerdas? Cada semana en la radio del barrio, a pasar nuestra
particular factura. Decíamos: la vida es dura y nosotros más. Y a ver quién
puede. Y la verdad es que duele pensar que al final se hace virtud de la
necesidad. Qué hostias, tío, tanto darle vueltas ¿para qué, si no vamos a darle
la vuelta? Creo que hoy es un buen día para sentarme en el banco una tarde más,
encender la hoguera de San Juan, beber a morro, cantar a coro, pasar factura.
La vida es dura y nosotros más. Habrá que ver si entre las cejas aún nos queda
libertad, si aún nos quedan carcajadas y buenos cortes de manga. Hay tanto por
hacer que ya tardo en empezar. Bueno, ¿qué? Ya nos veremos, ¿no? Ya que lo
dices, he oído que hay gente en el barrio que aún se mueve. Vamos a echar un
vistazo. Vale, esta noche a las 9. En el hombro un manotazo, en la cabeza algo
hierve. Y ¿quién sabe? Igual mañana vuelve a haber color en los muros del
barrio, igual la hoguera de San Juan se enciende. A lo mejor se enciende. Tanto
darle vueltas y al final encuentras la salida que buscas. Deja de darle vueltas
ya verás, la hoguera va a encenderse una vez más.
Desechos
– Cuando es mañana
(lletra: mariposatraicionera.blogdrive.com)
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