Tú, que nunca dices nada, y el silencio me habla: esclavo al
contratiempo de ciegas esperanzas.
Espinas de un exceso, de un porvenir errante; de heridas mal cosidas,
promesas y disfraces. Crucificao en tu
piel, he vuelto hoy a perder una guerra sin armas. Condenado a beber del
recuerdo otra vez, enmascarando el alma.
Crucificao en tu piel, he vuelto hoy a perder una guerra sin armas. Más
tarde quemaré los restos del querer, escombros de desgracias. Yo, desfloro mi destino, renazco en el olvido
y apago otra colilla consumiendo al vacío.
Galán de amor suicida camuflando pecados, tus besos navajeros aún
sangran en mis labios. ¿Y qué si sólo
hay arena en mis pies y tinta frustrada en papel donde se escribe a la
deshora? Mi tren descarrila donde tu
estés, poniendo el reloj del revés; dando rienda al sin sentido.
A contraverso – Allí donde nadie escucha
(lletra: acontraverso.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario