Se ha caído la
alcayata que sujeta el calendario por el peso de los días. Los relojes se han
parado pero el tiempo ha ido pasando de puntillas. Mi pecho contaminado se ha
estrechado y no respira, y me he fumado unas alas para ver de vez en cuando que
no es tan mala la vida. He tenido sueños raros, me he levantado empapado, pero
tú ya no salías. He arañado las paredes, me comí las veinte uñas al ver que ya
no volvías. Y tú andarías pensando que yo me deprimiría, pero mi cuarto es
pequeño y acabé pronto con todo porque ya me las mordía. No reconozco tus
huellas, ni el sonido de tus pasos, tu perfume se entremezcla en los túneles
del metro. Busco tu cara en los taxis, en los que van ocupados, me pregunto qué
sentido tiene echarte tanto de menos. Cuando no duermo en mi cama cierro todas
las ventanas por si vuelve tu recuerdo, y por miedo a que aparezcas, y me des
una sorpresa, duermo con un ojo abierto. Desde que ya no me besas dejo que me
lleve el viento. La vida son cuatro días, uno paso en hospitales y otro paso en
el entierro. Intento ser positivo para salir del olvido al que a veces me
someto. No nos tuvimos en cuenta, nos perdimos el respeto pero yo no me
arrepiento. Yo aguantando tus mentiras, tú sin saberlo las mías, siempre
buscando ocasiones para quitar las razones al que más las necesita. Y yo dejaré
una nota por si tú recapacitas, esto sólo es un aviso para no perder el tiempo.
No sé lo que te preocupa, no sé nada de tu vida, no quiero ponerme al día, yo
ya no te echo de menos. No reconocí tus huellas, ni el sonido de tus pasos, tu
perfume se entremezcla en los túneles del metro. Busqué tu cara en los taxis,
en los que van ocupados, me pregunto qué sentido tenía echarte tanto de menos.
César
Rodríguez – Déjame entrar
(lletra: cesar-rodriguez.com)
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