Mi infancia son
recuerdos de un patio de autobuses, de un colegio de curas donde aprendí a
morder las manzanas cuando estaban
maduras y a escapar por la ventana de la
clase de latín. Mi infancia son recuerdos de un oso de peluche, amigo de
Alcapone, de plastidecor, de espinete, de play móvil, de mágicos estuches, de
los rombos que anunciaban el amor... De las pajas furtivas, de las cajas de
tizas, de veranos rellenos de gominolas, de la bruja avería, del olor a maría,
de la chica que me dijo que no la
dejara sola. Álbumes de fotos, sueños
que se vuelven locos, recuerdos con sabor a caramelo. Hoy subo al desván
buscando un lugar donde el tiempo al pasar se pillara los dedos. Mi infancia
son recuerdos de una bola del mundo que giraba para ver donde nací, del
espectrum de los Goonies, de escondites nocturnos, de pensar que pasaría en el
año 2000. Mi
infancia son recuerdos de regalices rojos, de los cientos de domingos gritando
gol, de aprender del silencio, de besar con los ojos, de pensar si podría
apagarse el sol... Del tabaco a escondidas, de rodillas heridas, de gaviotas
que cantaban Duncan Dhu, de un reloj sin agujas, de los cuentos de brujas, de
querer crecer como crecieras tu. Álbumes de fotos, sueños que se vuelven locos,
recuerdos con sabor a caramelo. Hoy subo al desván buscando un lugar donde el
tiempo al pasar se pillara los dedos. Para quitar la telaraña de mis miedos,
para dejar de besarte en blanco y negro, en banco y negro... Álbumes de fotos,
sueños que se vuelven locos, recuerdos con sabor a caramelo. Hoy subo al desván
buscando un lugar donde el tiempo al pasar se pillara los dedos.
Pablo Moro –
Emepetreses
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